Salud – Hepatitis A: prevención y abordaje de la enfermedad

En el mes de las Hepatitis Área de Infectología y Epidemiología de la Secretaria de Salud, acerca a la población información respecto a cómo prevenir y detectar la HEPATITIS A:
• La hepatitis A es una virosis hepática que puede causar morbilidad de moderada a grave.
• El virus de la hepatitis A (VHA) se transmite al ingerir alimentos o agua contaminados o por contacto directo con una persona infectada.
• Casi todos los pacientes se recuperan totalmente y adquieren inmunidad de por vida. No obstante, una proporción muy pequeña de casos pueden fallecer a causa de una hepatitis fulminante.
• El riesgo de infección por el virus de la hepatitis A se asocia a la falta de agua salubre y a las malas condiciones higiénicas (manos sucias, por ejemplo) y de saneamiento.
• En los países donde la transmisión a través del agua no es frecuente, se dan brotes entre varones que mantienen relaciones homosexuales y consumidores de drogas inyectables.
• Las epidemias pueden ser prolongadas y causar pérdidas económicas considerables.
• La enfermedad se puede prevenir mediante una vacuna segura y eficaz.
• El suministro de agua salubre, la inocuidad de los alimentos, las mejoras del saneamiento, el lavado de las manos y la vacunación son los medios más eficaces para luchar contra la hepatitis A. Se puede vacunar a las personas que viajen a países con niveles elevados de infección, varones que mantengan relaciones homosexuales y consumidores de drogas inyectables.
A diferencia de las hepatitis B y C, la hepatitis A no causa hepatopatía crónica y rara vez es mortal, pero puede ocasionar síntomas debilitantes y hepatitis fulminante (insuficiencia hepática aguda) que, a menudo, es mortal.
El VHA es una de las causas más frecuentes de infecciones de transmisión alimentaria. Los pacientes pueden tardar semanas o meses en recuperarse y reanudar sus actividades laborales, escolares o cotidianas.
Transmisión
El VHA se transmite principalmente por vía fecal-oral, es decir, cuando una persona no infectada ingiere alimentos o agua contaminados por las heces de un individuo infectado. En las familias, esto puede ocurrir a través de la suciedad de las manos de la persona encargada de cocinar. La transmisión hídrica no es frecuente; cuando ocurre, suele estar relacionada con la contaminación por aguas residuales o el abastecimiento de agua insuficientemente tratada.
El contagio también se puede producir por contacto físico estrecho con una persona infectada —por ejemplo, por mediante el sexo bucoanal—, pero no se propaga por contactos ocasionales.
Síntomas
El periodo de incubación de la hepatitis A suele ser de unos 14 a 50 días.
Los síntomas tienen carácter de moderado o grave y comprenden fiebre, malestar, pérdida de apetito, diarrea, náuseas, molestias abdominales, coloración oscura de la orina e ictericia (coloración amarillenta de la piel y la esclerótica ocular). Los infectados no siempre presentan todos esos síntomas.
Los adultos presentan signos y síntomas con mayor frecuencia que los niños, y la gravedad y la mortalidad de la enfermedad aumentan con la edad. Los menores de seis años infectados no suelen experimentar síntomas apreciables, y solo el 10% muestran ictericia. Entre los niños más mayores y los adultos, la infección suele causar síntomas más graves, con ictericia en más del 70% de los casos. A veces la hepatitis A puede recidivar, es decir, una persona que acaba de recuperarse puede caer enferma de nuevo con otro episodio agudo, aunque posteriormente se recupera.
¿Quiénes corren riesgo?
Cualquier persona que no se haya vacunado o infectado puede contraer la hepatitis A. En las zonas donde el virus está extendido (zonas de alta endemicidad), la mayoría de las infecciones se producen durante la primera infancia. Entre los factores de riesgo cabe citar los siguientes:
• saneamiento deficiente;
• falta de agua salubre;
• convivencia con una persona infectada;
• relaciones sexuales con una persona con infección aguda por VHA;
• consumo de drogas inyectables;
• sexo entre varones; y
• viajes a zonas de alta endemicidad sin inmunización previa.
Diagnóstico
Los casos de hepatitis A son clínicamente indistinguibles de otros tipos de hepatitis víricas agudas. El diagnóstico se establece mediante la detección en la sangre de anticuerpos IgM dirigidos específicamente contra el VHA. Otra prueba utilizada es la reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscriptasa (RT-PCR), que detecta el ARN del VHA, pero normalmente se realiza solo en laboratorios especializados.
Tratamiento
No hay ningún tratamiento específico para la hepatitis A. Los síntomas pueden remitir lentamente, a lo largo de varias semanas o meses. Lo más importante es evitar medicamentos innecesarios. No se deben administrar antieméticos ni paracetamol.
La hospitalización es innecesaria en ausencia de insuficiencia hepática aguda. El tratamiento persigue el bienestar y el equilibrio nutricional del paciente, incluida la rehidratación tras los vómitos y diarreas.
Prevención
La mejora del saneamiento, la inocuidad de los alimentos y la vacunación son las medidas más eficaces para combatir la hepatitis A.
La propagación de la hepatitis A puede reducirse mediante:
• sistemas adecuados de abastecimiento de agua potable;
• la eliminación correcta de las aguas residuales de la comunidad;
• las prácticas de higiene personal, como lavarse regularmente las manos antes de comer y después de ir al baño.
Hay varias vacunas inyectables inactivadas contra la hepatitis A disponibles en nuestro país, todas ellas similares con respecto a la protección conferida y a sus efectos colaterales, si bien ninguna ha sido autorizada para los menores de un año.
Al cabo de un mes de haber recibido una sola dosis de la vacuna, casi el 100% de las personas desarrolla niveles protectores de anticuerpos. Millones de personas han recibido vacunas inyectables inactivadas contra la hepatitis A sin que hayan presentado eventos adversos graves.

 

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